Fotos: Leonor Lahoz y Nuria Lahoz
El rito
Como
sucede con la mayoría de los ritos que se practicaron durante siglos, algunos
de los cuales se siguen ejerciendo todavía, los estudiosos no se ponen de
acuerdo sobre el origen de los mismos. La cristianización de ellos vino a
complicar las cosas. Hechos sencillos y populares, homenajes a la naturaleza
que se daban en todas las culturas, festejos para recibir el buen tiempo a la
vez que se despedía el frío, fueron revestidos de religiosidad, no ya cristiana,
sino pomposamente católica, obligando a los estudiosos a despojar el rito de
todos los aditamentos para poder llegar a la esencia de él.
Para
comprender muchos de los ritos es necesario acudir a la obra que escribió el
antropólogo escocés James George Frazer (1854-1941), “La Rama Dorada”. En este
exhaustivo estudio, con abundantes referencias a Europa Central y Francia,
Frazer se esfuerza en demostrar que la mayoría de las conmemoraciones no son
otra cosa que festejos en honor de la naturaleza, dirigidos a buscar buenas
cosechas, teoría con la cual están de acuerdo la mayoría de los estudiosos,
excepto la Iglesia Católica.
En el
caso de la Quema del Judas, que no deja de ser una hoguera achicharrada rápidamente
ya que el combustible es paja, se daban todos los elementos para su
cristianización. Se trataba de hacer la quema el Sábado de Gloria y nombrar
Judas al pelele, con lo cual se quemaba en efigie al traidor que vendió a
Jesucristo por treinta monedas.
Frazer
recoge esta costumbre en algunos pueblos de la Alta Franconia. También allí
llamaban Judas al pelele y lo quemaban el Sábado de Pascua en el cementerio.
Pero después guardaban los tizones para plantarlos en las tierras de labor el
día de Walpurgis, también llamado Día de las Brujas, con el fin de obtener
buenas cosechas. En otro pueblo de la Alta Baviera competían sólo los hombres
para llegar el primero a prender fuego al muñeco, proeza que era premiada por
las mujeres, en la puerta de la iglesia, con huevos de colores. Aquí, el objeto
de la ceremonia era librarse del granizo.
José
María Domínguez Moreno (1) apunta que algunos ven “ecos de prácticas
judeo-inquisitoriales”, aunque también la aniquilación del invierno y la
bienvenida a la primavera. En Cabezuela del Valle (Cáceres) al pelele se le
coloca la cabeza de calabaza hueca y barba rojiza. De un brazo cuelga la bolsa
con treinta monedas. Se le pasea sobre un tractor por las calles y los niños
van cantando “Judas Iscariote/mató a su padre/con un garrote”. La quema tiene
lugar el sábado de Gloria, después de las doce de la noche, cuando se le prende
fuego una vez que se ha colgado en medio de una calle. Como lleva petardos
dentro, se prepara gran estrépito. En algunos pueblos son los escolares los
encargados de todo el proceso, en otros los quintos, y en el Valle del Jerte
las peñas, así que cada peña tiene su Judas.
En algunos pueblos de Soria
Cuando
preparábamos la edición de “Soria, pueblo a pueblo”, nos dieron en Almajano una
fotocopia del periódico el Avisador Numantino, sin fecha, donde se reportajeaba
la costumbre de celebrar la fiesta del prendimiento de Judas, cada siete años.
“A
las dos de la tarde suenan las cornetas y numerosos disparos anuncian el
comienzo de las fiestas. “Judas” hace ya varias horas que se halla oculto en
los montes, donde ha de hacerse el simulacro de su persecución y captura. Al
mando de un joven que hace de general jefe salen treinta y dos números,
soldados de caballería, verdaderos lanceros con soberbias jacas enjaezadas.
Otros veinte números de infantería recorren el sitio denominado “las
Lastrillas”. Numeroso público invade aquellos campos a presenciar la batalla
campal, donde flamea la bandera española. Dura el simulacro un par de horas
entre las carreras tras el Judas, quien dispara contra sus adversarios, y a
quien tiran a quemarropa. Cuando es capturado le llevan al pueblo, en cuya
plaza principal, rodeado de la tropa, se exhibe y se cuentan sus diabluras. El
Judas se vuelve a escapar y cogido nuevamente lo someten a una estricta
prisión, hasta el lunes que es ejecutado en la plaza ante las multitudes”.
Aunque
el significado católico de esa representación sea el mismo que la quema del
Judas, en este caso era más teatral, como sucede en Burgos y en algunos de sus
pueblos, donde llevan a cabo la llamada “Función del Judas”.
En
Cabrejas del Pinar, según relata Benjamín Oter (2) en el año 1935,
existía la costumbre que estamos tratando:
“…
vamos a la cumbre de una montaña provistos de hachas y como allí hay abundante
leña, los mayores cortamos y los demás la llevan al sitio que previamente
elegimos para después quemarla. Lo primero que cortamos es una vara larga que
llamamos “abuela” y alrededor de ella ponemos el resto de la leña. Cuando
comprendemos que hay bastante, al anochecer le damos fuego y la gente del
pueblo presencia desde sus casas el espectáculo. Mientras se consume la leña de
la hoguera nosotros cantamos lo que sigue alrededor de ella y después nos
venimos a casa tan contentos:
San
Simón y Judas Iscariote
mató a
Jesucristo con un garrote
a su
madre con una vara
y aún
decía que no era nada”.
Son
muchos los pueblos sorianos que mantuvieron esta costumbre perdida, como casi
todas, a causa de la despoblación. Por ejemplo en Utrilla seguían quemando en
1996, el Sábado de Gloria, un pelele al que le habían introducido petardos.
También en Los Villares, Valtajeros, Yelo, Taroda…
Montenegro de Cameros
Este
año de 2014 hemos tenido ocasión de presenciar la Quema del Judas en Montenegro
de Cameros, bellísima población del Norte de Soria, única tierra de Cameros que
en la actualidad pertenece a la provincia.
Fue
posible gracias a la Asociación de Vecinos y Amigos de Montenegro de Cameros
que lo representa por tercera vez desde su fundación. Tuvo lugar el Domingo de
Resurrección, pasado el medio día, y pese a lo desagradable del tiempo, que nos
dejó, a la ida, algunos copos de nieve en el puerto de Santa Inés.
El
acto había sido preparado con esmero, en un pradillo, delante de una nave que
formaba parte también del rito, ya que en ella se había instalado un mercadillo
con libros y otros objetos que los vecinos donaron. Se trataba de obtener
algunos ingresos para comprar sillas que acompañaran a las mesas adquiridas con
la recaudación de otros actos anteriores.
A la
entrada, vestido con mono azul y sombrero de paja, podía verse el Judas y,
prendidos con alfileres, papeles donde se habían escrito deseos de los asistentes,
de concordia y paz casi todos.
El
fuego apenas duró unos minutos y culminó con aplausos de los asistentes y, como
es habitual en los pueblos de Soria, el salto sobre las últimas llamas por
parte de la chiquillería. Nos dijeron que antes, cuando la población no había
perdido casi a todos sus componentes, se hacía en otro lugar, cercano a este,
por la chavalería de la escuela.
Unas
grandes sartenes de migas pastoriles fueron repartidas entre los asistentes.
Exquisitas como no podía ser de otra forma estando, como estábamos, en plena
sierra de trashumancia.
Es
muy necesario agradecer a la Asociación la organización de estos eventos que
tienen lugar, además del Domingo de Resurrección con la Quema del Judas, en
octubre con una marcha por los montes de Montenegro y alrededores, y en Navidad
con chocolatada y churros “hechos en casa”, como apuntó Manuel José Elías,
presidente de la Asociación.
(1) Domínguez
Moreno, José María. “El tiempo de la Pasión en la provincia de Cáceres”.
Revista de Folklore nº 184. 1996.
(2) Vida
Escolar. Cuadernos de trabajos redactados, dibujados e impresos por los niños
de la Escuela Nacional de Cabrejas del Pinar (Soria) (1931-1952). El maestro,
Bernabé de Pedro. Escrito por Benjamín Oter (13 años)