Cuando se aproximan las Navidades las ramillas de acebo, de hojas verdes brillantes y bolitas rojas, son el adorno ideal. En Soria contamos con acebales en la dehesa de Oncala, en Castilfrío de la Sierra, en La Póbeda y en Torrearévalo, donde se sitúa el más extenso de España, el acebal de Garagüeta. Si todavía alguien de quienes nos leen no han recorrido este magnífico espacio, donde los caballos rubios corren por él, y no se ha cobijado en la choza del pastor, o no ha visitado el aula de interpretación en Torrearévalo, le aconsejamos que sea su próxima visita a esta tierra, y la complete recorriendo el de Oncala, en su magnífica dehesa de origen trashumante.
Estos árboles se ramifican desde la base, formando cada uno de ellos verdes pirámides por cuyo interior puede discurrirse como si de un pequeño bosque individual se tratara. De su madera, dura y compacta, dicen que se obtienen buenos productos. De la corteza liga para cazar pájaros y un alcaloide de propiedades similares a la quinina que cura resfriados y fiebres. A las hojas les atribuyen propiedades diuréticas y antirreumáticas. En cambio las cebuchas, fruto del que se alimentan los animales, son tóxicas.
Pero es la belleza de las ramillas, y el contraste de los colores rojo y verde, lo que invita a los habitantes de los pueblos a reunirse para hacer con ellas preciosos centros que adornarán las mesas de Navidad. Todo ello sustentado por el Proyecto Acebalia para la gestión forestal sostenible de los espacios protegidos y de la Red Natura 2000.
Aldealices, al sur de la Sierra de Rodadero, regada por el río Merdancho, se halla a caballo entre las comarcas naturales de Tierras Altas y El Valle. Es un pueblo pequeño, que todavía lucha contra los elementos con ayuntamiento propio. Son pocos los vecinos, nos han dicho que en invierno se mantienen abiertas unas siete casas, población que en verano se multiplica por mucho. Pese a esta casi soledad, las casas de piedra, con ventanas pequeñas y jambas y dinteles grandes, se muestran cuidadas y sus calles limpias. De su hermosa fuente, construida en 1939, manan dos buenos chorros de agua y, junto a ella, están los lavaderos muy bien restaurados. Lo mismo que su iglesia, con elementos románicos, que conserva en el atrio el empedrado del suelo. Hemos visto en Aldealices la torre de transformación de electricidad mejor conservada de la provincia, levantada con piedras pequeñas y regulares. Restaurada también se encuentra la fragua, frente a la fuente, lugar de reunión y donde el domingo se tostaron las migas.
Un conjunto armonioso habitado por gente amable de la Sierra, descendientes de pastores, que todavía resiste los avatares que desde hace años asolan al mundo rural soriano.