domingo, 15 de abril de 2012

La Casa de los Poetas



En catalán existe una palabra, seny, intraducible en sí, pero que alberga un pequeño mundo, un pensamiento que puede definirse como la capacidad de ponderar lo que se va a realizar para hacerlo lo mejor posible.
Desde nuestro punto de vista, la Casa de los Poetas se ha articulado con seny. Acostumbrados, en las vacas gordas, a que el dinero, público y privado, se despilfarrara, lo cual, para el caso de este rincón hubiera significado un montaje megalómano y, por consiguiente, inadecuado y hasta hortera, el visitar la gran sala dividida en ambientes que es ahora la tercera planta del Círculo de la Amistas Numancia –vulgo Casino de Soria- resulta agradable y creíble.
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?, escribió Lope de Vega, y quizá, si hubiera vivido unos siglos más tarde, podría muy bien haberse referido a la relación de los poetas con Soria. Tanto autóctonos como foráneos, se han extasiado ante la contemplación de montes, ríos, paseos y leyendas –creándolas cuando no las había- de esta Soria fría, al menos de una parte de ella, sin rebasar el Collado al Norte, salvo para ver la Iglesia de Santo Domingo, ni la Alameda al Oeste ni, en general, todos los extrarradios –que los hay- degradados y dejados de la mano de Dios y de los poetas.

En ese epicentro soriano, ningún edificio mejor que el del Casino, en el Collado. De él fueron socios, a él acudían a las tertulias, en él tocaban el piano, y también podían empaparse de la idiosincrasia del soriano de la época de cada cual.
El recinto, sencillo, podría haber servido muy bien para que los poetas, después de inspirarse por los alrededores, quizá tomar unas rápidas notas, se instalaran en una mesa de él y compusieran esos versos que siempre serán santo y seña de esta ciudad. No sería este mismo espacio, desde luego, pero sí otros parecidos. Donde los visitantes no ubicarían nunca a poetas de antaño sería en un edificio nuevo, grande, desangelado y costoso.
Es todo lo que está expuesto, aunque no esté todo, porque habrá que esperar que la generosidad de los sorianos legue, de manera altruista, aquello que posea en su casa, para que todos podamos verlo, disfrutarlo y, a la vez, esté cuidado y protegido. La Fundación Antonio Machado, que ha donado algunos objetos para el museo, tendrá la sede en él.
Aunque los principales protagonistas de la Casa de los Poetas sean Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado y Gerardo Diego, otros muchos están presentes en un anaquel con puertecillas giratorias, cada uno de ellos dedicado a un poeta –no digamos menor, pero sí con menos reconocimiento nacional y hasta internacional como fueron los tres principales- que llegan hasta nuestros días.
Una estantería con libros –algunos singulares-; cuadros; muebles que pertenecieron, o tuvieron relación con la época de algunos poetas; un teléfono desde el que se escucha la voz de Gerardo Diego; fotos de la época; un árbol simulando el olmo viejo que se va llenando de hojas que son pensamientos (“… iniciales que son nombres/de enamorados, cifras que son fechas”); y unos vídeos proyectados sobre cortinas blancas –la leyenda del Monte de las Ánimas- o paredes desnudas –monumentos de Soria-, que hacen las delicias de los más pequeños.

En fin, un espacio entrañable, hasta por el suelo de madera primitivo. Un atractivo más para esa institución que preside con seny Adolfo Sainz. Ha sido el Ayuntamiento de Soria el que ha financiado la obra de remodelación, a través del Departamento de Cultura. La unión hace la fuerza, en este caso permite disfrutar a sorianos y visitantes de un espacio ejemplar.