El
pasado jueves, día 9, treinta y cuatro alumnos del Colegio de Santa Isabel,
acompañados por sus cuidadores, fueron a Recuerda para vendimiar en la viña de
los hermanos Marisa y Carlos Andrés. El tiempo respetó la actividad, y el agua
sólo hizo acto de presencia cuando habíamos acabado de comer.
Uno
de los mayores atractivos de Recuerda, además de la magnífica iglesia de San
Bernabé, es el conjunto de bodegas, ciento cincuenta, y lagares, ya en mal
estado, gestionados en su día por aparcería, a unos dos kilómetros del caserío.
Están, como es natural, próximas a las tierras dedicadas a viñas, y tanto unas
como las otras, son de propiedad particular de los vecinos de Recuerda. Cuando
se llevó a cabo la encuesta para el Catastro del Marqués de la Ensenada,
Recuerda, con 60 vecinos (entre ellos diez viudas), dedicaba 13 fanegas a viña,
producía cada fanega 8 arrobas de vino (un total de casi mil doscientos litros)
que se pagaba a 4 reales la arroba. Un siglo después, Pascual Madoz no referencia
viñas para esta localidad.
Hubo
en Recuerda una fábrica de anís que fabricaba las marcas Recuerda y Viva España
y que funcionó hasta mediados del siglo XX.
Desde
ese paraje hay una magnífica vista del pueblo y, al fondo, la mole del castillo
de Gormaz. Entre uno y otro discurre el río Duero, a cuya orilla manan potentes
manantiales. El paisaje es suave, sin alteraciones, con un horizonte amplio que
permite una extensa, e intensa, visibilidad.
Los
treinta y cuatro niños y niñas se emplearon a fondo, pese a disponer de unas
herramientas poco apropiadas para la vendimia, como es lógico. Nos dijeron que
algunos racimos se habían encenizado o, lo que es igual, habían contraído
oídio, lo que no le restaba dulzor a las uvas, al menos para comer alguna en la
propia viña. Carlos Andrés, y otro Carlos, el marido de Charo, nos fueron
adiestrando en el arte de la vendimia, mostrándonos las zarceras, o
respiraderos de las bodegas, el funcionamiento de la despalilladora para quitar
el escobajo a la uva y, por fin, la salida del mosto, dulce y morado, que tanto
muchachos como adultos, bebimos con verdadero placer, los adultos vino del año
anterior, además.
Después
de la particular vendimia, una buena comida en el salón que la Asociación
Cultural de Recuerda tiene en el pueblo, completó la jornada, siempre en una
armonía que hace de Recuerda el pueblo de la alegría, como les gusta llamarlo a
sus habitantes.
Nuestro
recuerdo y agradecimiento a todos ellos, también, y muy especialmente, para
quienes no pudieron disfrutar de la jornada en las viñas por estar preparando
la comida comunitaria.
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