domingo, 24 de agosto de 2014

Unión Musical de Dolores

¡Gracias, maestros!

A veces una no sabe qué calificativos utilizar para describir una situación. Hemos escrito mucho de Tierras Altas, del maestro Castelló y de su música, en especial de las piezas inspiradas en las tierras de esta provincia, pero los noventa minutos mágicos que se vivieron en Sarnago el pasado sábado, 24 de agosto, cuesta describirlos, y entonces una se da cuenta de que es bien cierto eso de que una imagen vale más que cien palabras, en casos como este especialmente.
La tarde acompañó, al principio lucía un sol casi molesto para el público que, en semicírculo, escuchaba, pero a medida que se iba ocultando, iluminando con rayos oblicuos una parte de la Sierra de la Alcarama, el paisaje acompañó, y de qué manera, a la última parte del concierto, esa que precisamente está inspirada en las tierras que el sol iba apagando poco a poco.
Suponemos, porque fue imposible acudir, que la actuación en la vecina villa de Fuentes de Magaña, el domingo, resultaría tan emocionante como la de Sarnago, y los fuentinos, igual que los sarnagueses, disfrutarían de una mañana tan mágica como la tarde anterior. No hubo tanta suerte el viernes, en Soria, ya que el concierto hubo de suspenderse a causa de una lluvia impertinente. También había muchas personas escuchando, en el precioso parque de Santa Clara, recuperado hace ya tiempo para la ciudad.

La ágora de Sarnago estaba repleta de personas llegadas de otros pueblos de alrededor –San Pedro, Oncala, Valtajeros, Fuentes de Magaña, Soria…- y el comentario de Dolores, sampedrana y bibliotecaria, “¡vaya semana que se han montado los de Sarnago!”, reflejaba el sentir de muchos de los que allí nos encontrábamos.
Los tres conciertos lo fueron gracias al buen hacer, y a la generosidad, de la Unión Musical de Dolores (Alicante), que llegaron, en dos autocares, desde ese pueblo de la Vega Baja del Segura. Suponemos que Manuel Castelló les habría informado de las características climatológicas de esta tierra, tan diferentes de las suyas, tan mediterráneas.
Los orígenes de esta unión musical se remontan al año 1885, pero se comienzan a tener datos de ella a partir de 1932. En lo que va de siglo han recibido numerosos premios, entre los que cabe destacar el primero del Certamen Provincial Diputación de Alicante. El primero de Entrada de Bandas Hogueras de San Juan. El segundo en el XX Certamen Nacional de Bandas de Música “Ciudad de Murcia”. Y el tercero del Certamen de Bandas de la Comunidad Valenciana.
Cincuenta y cinco músicos, dirigidos por la batuta de Víctor Manuel Cano Pérez, hicieron las delicias de todos los que escucharon el programa:
Requiebros, de Manuel Castelló Rizo
El trust de los tenorios, de José Serrano
Vodevil, de P. Schifel
Euterpe, de Francisco García Muñoz
Por Tierras Altas, de Manuel Castelló
Cantos de la Alcarama, de Manuel Castelló

Las tres actuaciones fueron posibles, además de por la generosidad de La Unión Musical de Dolores, por la organización de los ayuntamientos de Soria y Fuentes de Magaña, y de la Asociación de Amigos de Sarnago, y la colaboración del Ayuntamiento de San Pedro Manrique, la Mancomunidad de Tierras Altas y la Casa Rural Ruta de las Fuentes. Y, por supuesto, con la colaboración de todos y cada uno de los habitantes de Fuentes de Magaña y Sarnago. Y el inductor de todo, el maestro Manuel Castelló Rizo.

No podemos dejar de nombrar, porque les vimos sudar, a quienes, mientras muchos nos deleitábamos con la música y el sol iluminando la Alcarama, pasaban calor en la cocina, asando a la brasa el condumio que se serviría al finalizar el acto para, al menos, ciento cincuenta personas.

sábado, 16 de agosto de 2014

Las Móndidas en La Ventosa de San Pedro



La fiesta de las Móndidas, rememoración de otras paganas en honor de la diosa Ceres, o de la naturaleza en general, cristianizadas después, y envueltas en la leyenda de la ofrenda de cien doncellas al rey astur Mauregato, se siguen celebrando en algunas localidades de Tierras Altas, pese a la sangrante despoblación. Otras se perdieron irremediablemente, como las que, según las Ordenanzas de Vinuesa de principio del siglo XVI, debían celebrarse en ese lugar pinariego, según se desprende de una ordenanza que regula el papel de la monda y, más concretamente, la entrega del arbujuelo al preboste.






domingo, 3 de agosto de 2014

Almarza, el mercado de El Valle


El pasado domingo, 27 de julio, la localidad de Almarza celebró la XIII edición del mercado tradicional, que tiene su origen en el que celebraba los sábados y donde acudían a realizar sus transacciones comerciales los habitantes de los pueblos de alrededor, de la comarca de El Valle, y hasta los pueblos del norte de la Sierra del Alba, según nos contaron en Valloria el año pasado.

A lo largo del día, el numeroso público que acudió a este hermoso rincón de Soria, pudo adquirir productos de alimentación y artesanía en los casi cien puestos que ocupaban el espacio destinado a mercado, pero también, observar a los artesanos de cantería, barro, forja, pleita, y cestería trabajando en sus oficios a fin de que todos, mayores y pequeños, pudieran comprender cómo fue el mundo rural hasta hace apenas cincuenta años.
Niñas danzantes de la provincia hermana de Burgos, concretamente de Quintanar de la Sierra y Vilviestre del Pinar, bailaron de manera similar a como lo hacían, y en algunos lo siguen haciendo, en pueblos de Soria. Se mostró la indumentaria de la época con el asesoramiento de Esther Vallejo, experta que tiene en su haber publicaciones sobre el tema. Hubo también corte de troncos y, a lo largo del día, en la planta baja del Ayuntamiento, una exposición del pintor soriano Luis Alberto Romero.

Un día festivo en todos los sentidos, que estuvo acompañado de ese sol y calor tan apreciado en las frías tierras de Soria.
Algunos apuntes sobre Almarza

Se ubica entre las sierras del Alba, Montes Claros y Tabanera, a 1153 metros de altitud. Discurre por su término el río Tera, una vez que el río Arguijo, abundante de caudal a partir de los deshielos, haya dejado en él sus aguas. Abunda la vegetación propia de montaña y destaca, entre ella, parte del acebal de Garagüeta, en el término de Gallinero.
Perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de Soria, Sexmo de Tera. A mediados del siglo XVIII, solamente en Almarza, estaban censados 108 vecinos que se ocupaban de alrededor de tres mil cabezas de ganado lanar y trescientas setenta de cabrío. La importancia de Almarza radicaba en que por su término discurría la Cañada Real Soriana Oriental, y aunque no se dedicaban sus vecinos a la trashumancia como actividad principal, sus prados eran utilizados para los rebaños que discurrían, especialmente y para la zona, de La Póbeda y otras zonas de Tierras Altas. Por los pueblos que en la actualidad conforman su municipio, tuvieron propiedades nobles como los Vadillo, Guendulain, Medrano (que acabarían obteniendo el condado de Torrubia con casa solar en San Gregorio), Vinuesa, y otros, pese a que Almarza fue siempre de realengo.
Como capital de todo el Valle de Tera, llegó a tener, en el siglo XVIII, ocho molinos harineros, dos mesones, y “un hospital para el hospedaje de pobres mendigos transeúntes y amparo y socorro de los que llegan a él impedidos hasta la traslación a otros lugares”. (Catastro de la Ensenada).
En la actualidad agrupa a los pueblos de Cubo de la Sierra, Espejo de Tera, Gallinero, Matute de la Sierra, Portelárbol, San Andrés de Soria, Segoviela, Sepúlveda de la Sierra y Tera. Todos estos pueblos suman 626 habitantes, un tercio de los más de mil ochocientos que sumaban en 1950.
Por esos años cincuenta, y según el censo de industria conservado en el Archivo Histórico Provincial de Soria, contaba Almarza con dos molinos con saltos de agua, propiedad de Nemesio Gil. Otro molino, salto de agua y fábrica de luz, propiedad de Vicente Almarza. Un salto de agua propiedad de Pedro González. Y un molino de centeno, de Pedro García.

Feriantes, mercaderes y transeúntes podían alojarse en el parador de Carlos Jiménez, o en cualquiera de las cinco posadas, en las que figuraban como propietarios Angel Córdoba, Nemesio Gil, Cirilo Muñoz, Vicenta Gómez y Saturnino Gómez. O en la casa de huéspedes de Anastasia Gil San Martín.
Había también dos tabernas, de Cirilo Muñoz una y la otra de Luciano Hernández, y un café de Agustín Gil. Dos confiterías, una de la viuda de Félix Martínez y la otra de Victoriano Larrad. Amasadora y horno de pan de Benito Marín.

Los oficios registrados en el censo referido, eran los de hojalatería, Maximino Ruiz. Máquina de afilar tijeras, de Patricio Larrad. Sastre, Francisco García. Y carpintero, Julio Sanz. Expendedor de huevos. Venta de mantas, frutas, harinas y gasolina. Almacenes de madera y cereal. Quincalleros y ultramarinos, en fin, un pueblo donde se abastecían los habitantes de una extensa e interesante comarca.

De aquellos años, han mantenido el interés por su historia, que se ve reflejado, tanto en el mercado anual como en las tradiciones que todavía, año a año, recrean y festejan. El Traslado del Arca, el día de Reyes. La Romería de los Santos Nuevos, el primer domingo de julio. La procesión de las hogueras, el Viernes Santo. Mantienen también, en San Andrés, un magnífico museo etnológico.