jueves, 23 de diciembre de 2010

Belén en Villar del Río



Son varios los pueblos en los que en estas fechas navideñas componen sus belenes, bien en la Iglesia, en la plaza Mayor, como en Soria, o la mismísima cumbre del Urbión.
Miguel Hidalgo visitó Villar del Río, y nos trajo las fotos de un Belén que puede verse en la ermita de Santa Filomena. Consta de treinta piezas de arcilla del año 1954, que van siendo restauradas por Jesús María Marín, presidente de la Asociación Belenista de La Rioja, ayudado por los habitantes de este pueblo serrano. El espacio que ocupa es de catorce metros cuadrados.


Un atractivo más que se suma a la iglesia que guarda en su interior un talla de la Flagelación, el discurrir del río Cidacos, las huellas de dinosaurios y el Centro de Interpretación de estos mismos reptiles que habitaron Tierras Altas millones de años atrás.

VILLAR DEL RÍO soria-goig.com

martes, 14 de diciembre de 2010

Oncala, de ayer y de hoy

La nieve le sienta bien a Oncala. Nos tememos que sus habitantes no estén de acuerdo con nosotras, porque la temperatura, el pasado domingo 5 de diciembre, apenas subió de 0 grados. Pese a ello, la penúltima actividad organizada por la Asociación de Tierras Altas, se llevó a cabo, y con numerosos visitantes. Lo que no faltó fue calor humano.

Hemos dicho muchas veces, y lo diremos muchas más, que allí donde viven ganaderos trashumantes, vive buena gente, y en Oncala viven muchos. Fueron, una vez más, los hombres de las merinas, las mujeres de los trasnochos, los dos sacerdotes de Tierras Altas, Antonio y Jesús, y todo el pueblo en general, con el alcalde, Urbano Arancón al frente, dirigidos por los miembros de la Asociación, que no paran en todo el otoño, quienes hicieron posible que la jornada fuera un éxito, pero también algo entrañable.
El frío no impidió que se formara el Belén viviente en el rincón que formaba la entrada de una casa de merineros. Un poco más abajo se había recreado la escena de la elaboración de una caldereta. Y en el zaguán de la casa que fuera del obispo de Segovia y arzobispo de Valencia, el oncalés Juan Francisco Jiménez del Rio, ahora propiedad de Amalio Las Heras, unas mujeres rememoraron aquellos trasnochos que hacían mientras los hombres y los ganados estaban pasando largos meses en los pastos del Sur.
La muestra del Acebo de Soria se hizo en el interior de una nave que sirve para las actividades que se hacen en Oncala, en el centro de la cual habían colocado un Belén. El año 2009 se permitieron podar casi 20 toneladas de ramas de acebo, siendo la poda más importante la del acebal de Garagüeta, seguida del de La Póveda, Castilfrío, Estepa de San Juan y Oncala.

En la feria de este año había stands del propio acebo, que lo gestiona Acebalia, y que se podía adquirir en forma de ramitas, plantones, centros. El cardo rojo de Ágreda estaba también presente, los agredanos están luchando con fuerza para introducirse en el mercado de los productos de calidad. La quesería de los hermanos Arancón va ampliando la oferta con quesos en aceite envasados al vacío, y uno cremoso, del tipo de la torta del Casar, que nada tiene que envidiar a la extremeña. Esta puede ser otra muestra del intercambio cultural entre regiones que se dio durante el auge de la trashumancia. Artesanía, camisetas, confitería y jabones caseros completaban el escaparate de la Feria del Acebo.
Las mujeres oncalesas habían hecho perolo que podía degustarse gratis. El perolo es un postre que se hace por Navidad, a base de vino, frutos frescos y secos, y canela. En algunos pueblos de Soria la tradición mandaba que el vino lo regalara a los vecinos el Ayuntamiento. Habían hecho también un gran perol de caldo, y tampoco faltó el chocolate.
Entrañable el ambiente que se vivía la tarde del domingo en Oncala. Mientras, nuestro amigo Santi Alvarez trataba de convencer a los merineros de que mantuvieran la raza pura y se organizaran para conservarlas.

ONCALA soria-goig.com

domingo, 21 de noviembre de 2010

Taller de acebo en Aldealices






El domingo 21 de noviembre, los vecinos de Aldealices se reunieron, a la llamada de las agentes de la Mancomunidad de Tierras Altas, para hacer un taller de acebo y comer en comunidad unas migas pastoriles, acompañados por el grupo de gaiteros Aires de Soria.
Cuando se aproximan las Navidades las ramillas de acebo, de hojas verdes brillantes y bolitas rojas, son el adorno ideal. En Soria contamos con acebales en la dehesa de Oncala, en Castilfrío de la Sierra, en La Póbeda y en Torrearévalo, donde se sitúa el más extenso de España, el acebal de Garagüeta. Si todavía alguien de quienes nos leen no han recorrido este magnífico espacio, donde los caballos rubios corren por él, y no se ha cobijado en la choza del pastor, o no ha visitado el aula de interpretación en Torrearévalo, le aconsejamos que sea su próxima visita a esta tierra, y la complete recorriendo el de Oncala, en su magnífica dehesa de origen trashumante.
Estos árboles se ramifican desde la base, formando cada uno de ellos verdes pirámides por cuyo interior puede discurrirse como si de un pequeño bosque individual se tratara. De su madera, dura y compacta, dicen que se obtienen buenos productos. De la corteza liga para cazar pájaros y un alcaloide de propiedades similares a la quinina que cura resfriados y fiebres. A las hojas les atribuyen propiedades diuréticas y antirreumáticas. En cambio las cebuchas, fruto del que se alimentan los animales, son tóxicas.
Pero es la belleza de las ramillas, y el contraste de los colores rojo y verde, lo que invita a los habitantes de los pueblos a reunirse para hacer con ellas preciosos centros que adornarán las mesas de Navidad. Todo ello sustentado por el Proyecto Acebalia para la gestión forestal sostenible de los espacios protegidos y de la Red Natura 2000.
Aldealices, al sur de la Sierra de Rodadero, regada por el río Merdancho, se halla a caballo entre las comarcas naturales de Tierras Altas y El Valle. Es un pueblo pequeño, que todavía lucha contra los elementos con ayuntamiento propio. Son pocos los vecinos, nos han dicho que en invierno se mantienen abiertas unas siete casas, población que en verano se multiplica por mucho. Pese a esta casi soledad, las casas de piedra, con ventanas pequeñas y jambas y dinteles grandes, se muestran cuidadas y sus calles limpias. De su hermosa fuente, construida en 1939, manan dos buenos chorros de agua y, junto a ella, están los lavaderos muy bien restaurados. Lo mismo que su iglesia, con elementos románicos, que conserva en el atrio el empedrado del suelo. Hemos visto en Aldealices la torre de transformación de electricidad mejor conservada de la provincia, levantada con piedras pequeñas y regulares. Restaurada también se encuentra la fragua, frente a la fuente, lugar de reunión y donde el domingo se tostaron las migas.
Un conjunto armonioso habitado por gente amable de la Sierra, descendientes de pastores, que todavía resiste los avatares que desde hace años asolan al mundo rural soriano.

lunes, 25 de octubre de 2010

De migas en Vizmanos


“Donde veas reunión de trashumantes acércate, que son buena gente”, decía yo a alguien en Vizmanos. Isaías Calleja me estaba oyendo y respondió “por cualquier sitio que vayas deja buen rastrojo”. Así son los trashumantes, no hablan, sentencian.
Son serios los serranos, responsables y austeros. Ahora ya, jubilados casi todos, disfrutan recordando lo que, hasta hace no muchos años, era un trabajo sacrificado y duro. En extremo fueron considerados como señores de buena posición, en ocasiones nada más lejos de la realidad. Y, si por comparación con los braceros de extremo, parecían señores de los ganados, lo consiguieron lejos de cualquier comodidad, de cualquier atisbo de molicie, y lejos también de su familia.
El serrano, el pastor trashumante, conoce todos los secretos de los montes, de los bosques, de las hierbas silvestres, de la sal y del agua y, pese a no gustarle demasiado el oficio de agricultor, también conoce los secretos de la tierra. Pisa fuerte esos montes, las cañadas, cordeles y veredas que los recorren. Recuerda, por sus antepasados, que fueron los señores de los caminos cuando, en tiempos de la Mesta, gozaban de muchos privilegios, demasiados tal vez, vistos desde nuestra actual perspectiva. Pero los reyes se empeñaron en concedérselos porque en la base de ellos estaba el real comercio de la lana.
Los serranos son también tranquilos y apacibles. Su mirada pasa de los rebaños al cielo. Saben que dependen del agua para los pastos. No temen a las enfermedades, siempre y cuando no se trate de epidemias. Buscan el lado positivo de la muerte de un animal al despeñarse, con su carne se hará salado, o servirá para comerla en caldereta, y su piel será vendida.
El serrano trashumante tiene siempre a flor de labios una frase que será sentencia, como la de Isaías. Habla poco y dice mucho. Aprendió de la gente de extremo y les llevó ritos y tradiciones de la Sierra. Tal vez muchos no participaron de las fiestas del Sur, bulliciosas y extravertidas como sus habitantes, pero las veía con agrado y disfrutaba con ellas.
La reunión del domingo 24, en Vizmanos, fue una mezcla de trashumantes que cocinaban unas migas, como han hecho miles de veces a lo largo de su vida, y por otro, personas que, atraídas por la llamada de lo ancestral y ritual, les acompañaron.
Se trata de una actividad más que el Plan de Dinamización de la Mancomunidad de Tierras Altas lleva a cabo en esa región, cuando los árboles comienzan a desnudarse. Todo el pueblo, generoso, participa para que el acto sea agradable y la gente se sienta como en su casa.
De la magnífica restauración de su iglesia escribiremos más adelante.
VIZMANOS, soria-goig.com

domingo, 12 de septiembre de 2010

Mercado Ecológico en Soria










El sábado, 11 de septiembre, en la plaza de San Esteban de Soria, tuvimos ocasión de comprar de nuevo –es la VI edición- en el Mercado Ecológico que organiza la Asociación Juvenil La Aurora.
El Mercado Ecológico -como me decía Iván Aparicio, implicado también en esta Asociación junto con su hermana Helena y Oscar- es mucho más que eso.
En él se reúnen asociaciones y grupos juveniles que creen en la posibilidad de un mundo mejor, justo, sin clases, solidario y sin exclusiones. Un mundo donde el dinero sólo sirva de moneda de cambio, donde no se confunda valor con precio.
Pese a que a la mayoría de los mortales esa definición de mundo les suene a utopía, cuando no a algo más desagradable de escuchar, algunos jóvenes sorianos luchan por él, aunque sólo sea en la confianza de que algún día se oiga y se escuche todo lo que tienen que decir, que no es poco.
Mientras ese día llega, pudimos, gracias a ellos, disfrutar de una mañana de septiembre en el Mercado Ecológico. Comprar cremas de aloe vera. Hojear y ojear libros y publicaciones de la comunidad libertaria de Manzanares, fanzines del Colectivo Antisistema de Soria y la segunda edición, a cargo de la Asociación Soriana “Recuerdo y Dignidad”, de “La represión en Soria durante la Guerra Civil”.
Junto y a la vez que el espíritu, se pudo alimentar el cuerpo, adquiriendo verduras, frutas y hortalizas de la Cooperativa ARAE, y de “La Alegría de la Rehuerta”, con Daniel y Loreto al frente, instalados en el pueblo serrano y soriano de Fuentes de Magaña,
www.lalegriadelarehuerta.blogspot.com ; y elaborados lácteos de primera calidad, tanto frescos como curados.
Hubo dos charlas, una sobre plantas prohibidas del proyecto Dulce Revolución
http://www.dolcarevolucio.cat/es/la-asociacion/motivos, y otra de FIARE, Banca Ética de Castilla y León. La jornada se completó con dos conciertos, degustación de cocina ecológica y un encuentro popular para tratar sobre el tema de los espacios para movimientos sociales.
En fin, todo un programa alternativo, plausible y digno de ser muy tenido en cuenta por todos aquellos que todavía creemos que una sociedad distinta a la que padecemos puede ser posible.
Desde aquí el agradecimiento más cordial a los organizadores, al frente de los cuales se sitúan, trabajando en primera línea como siempre, los hermanos Aparicio García.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Ana en Recuerda

Donde menos se espera aparece un lugar encantador donde poder pasar una velada con los amigos. Primero fue José Vicente Frías quien hizo de Cicerón con el matrimonio Joaquín Alcalde-Mari Carmen Sánchez, y después, los tres, lo hicieron conmigo.
Ana, la propietaria, es cántabra, y un buen día, como nos ha sucedido a muchos, se enamoró de Soria, concretamente de un pequeño rincón que un día fue más grande, tuvo más vecinos, más medios de vida, y un mal día, estuvo a punto de desaparecer bajo las aguas de un embalse. Ni lo uno ni lo otro. Recuerda se mantiene como la mayoría de los pueblos sorianos, viviendo de la agricultura y luchando por mantener la población.
El río Duero se interpone entre la extensa y alargada silueta del castillo de Gormaz y el pueblo de Recuerda. Una hermosa iglesia dedicada a San Bernabé, preside el caserío. La ermita, lagares y bodeguillas, adornan un espacio que muestra restos de tiempos mejores.
Y casi al final de una calle, en un edificio de planta baja, con la fachada color de la tierra, se lee “Taina de Gormaz”. Al traspasar la puerta, bajo el dintel de viga recia, está Ana, una mujer simpática, amable y buena conocedora del entorno en todas sus facetas.

Si hace buen tiempo, lo mejor será comer en el jardín posterior. Se trata de un espacio semi descuidado a propósito, con piedras de todas clases sobre toneles y alféizares, parterres sujetos por bocas de tinajas, gatos saludando y tres gallinas que picotean alrededor de los comensales.
Es mejor dejarse aconsejar, en todo caso no hay carta, hay que elegir entre lo que Ana haya cocinado ese día. A Mari Carmen le gustan las judías estofadas con faisán. Escabechados tiene siempre: carnes y truchas de doña Concha, la vecina piscifactoría de Vildé. A veces hay vino de la tierra, con sabor mineral y un cierto grado de acidez. Las verduras y hortalizas son de la zona siempre que eso sea posible. El pan de Osma, del que lleva el panadero con su furgoneta. Dentro de la rusticidad, cuida el detalle, las copas, la cubertería.
En fin, una persona y un lugar que a nadie deja indiferente.

RECUERDA, soria-goig.com

Linda de Sousa en Alcubilla de las Peñas



Cuando casi finalizaba el mes de agosto, recibimos la llamada, siempre grata, de Miguel Bordejé, quien nos convocaba a la clausura de un acto en su pueblo, Alcubilla de las Peñas.
Alcubilla es un pueblo con dos barrios, enriscado uno, desde donde se divisa la suave campiña salpicada de oteros. En uno de ellos, nos dijo Miguel, se asentó en su día un castillejo o torre de vigilancia, como las que jalonan el río Bordecorex, que discurre por su término. Dicen Clemente Sáenz y Florentino Zamora, en su “Corpus de Castillos”, que el castillejo o torre fue donado por el rey don Sancho, en el mes de abril de la era de 1327 (año de Cristo 1289) a Pedro Sánchez, “de nuestra cámara” y su escribano, y se los daba “por el mucho servicio que nos fizo y nos face por cambio de los heredamientos que le tomamos en Jaén e en Úbeda para dar a los nuestros maestros de los engenios…”.
Miguel Bordejé, periodista, presidente de CEATE, a quien conocemos desde hace muchos años, dedica buena parte de su tiempo a la dinamización cultural de su pueblo, donde reside buena parte del año.
Esta vez el motivo del encuentro fue una exposición de transparentes de la lisboeta afincada en Madrid, Linda de Sousa, y otra de pintura de su esposo, Juan Jiménez.
“Como una llamada de urgencia, un grito en medio de una sociedad poco amiga de tomar conciencia de la realidad en que vive, alienada por otros intereses, las TRANSPARENCIAS que expone Linda de Sousa nos hace adentrarnos en la verdad que nos rodea. En su obra se hace patente la denuncia del maltrato a la mujer y a las personas mayores propiamente (ancianas), a la vez que invita a una nueva mirada hacia unas y otras desde la responsabilidad personal y social”. (Miguel Bordejé. Del catálogo).
“La muestra de PAISAJES, de Juan Jiménez, ofrece como otro lado de la moneda, un reverso de paz y sosiego que nos trae la naturaleza o el colorido de sentimientos reflejados en las casas, ventanales, calles, macetas… que nos hablan de las gentes que las habitan, que las viven, que las disfrutan”. (Del catálogo).
De los transparentes nada mejor que leer lo que ha escrito su propia autora, Linda de Sousa.”Desde entonces [vio cómo maltrataban a su madre] han pasado cincuenta años, diez lustros en los que he luchado por ser alguien, porque se me respetase, porque se me escuchase, y lo trágico es ver que esto sigue pasando, en una sociedad para la cual las víctimas siguen siendo transparentes, cuya mirada no es que se aparte: es que pasa a través de esos cuerpos heridos, amoratados, como si no los vieran a pesar de que los rodean, si en algún momento se topan con ellos y los molestan les apartan de un manotazo, tal como podrán hacerlo con las figuras de mi instalación”.
Más información en su web:
www.lindadesousa.com

martes, 31 de agosto de 2010

Sarnago, de nuevo


¿Qué podemos decir de Sarnago y sus gentes que no hayamos dicho ya? Y, sin embargo, cada vez que ascendemos los algo más de tres kilómetros que separan la carretera del pueblo, por camino de tierra, lo hacemos con la ilusión del primer día y, a la vez, con la familiaridad que da el hecho de haberlos recorrido tantas veces y sentirse ya un miembro más de esa colectividad.
Este año la Asociación de Amigos de Sarnago ha celebrado los treinta años de su existencia, y lo ha hecho mezclando tradición y modernidad, abriendo las puertas a unas actividades en su mayoría culturales, que los habitantes del antiguo despoblado –hoy floreciente pueblo con vecinos censados y casas restauradas- acogen con ilusión, pese al esfuerzo que supone el tener que organizarlo todo entre ellos, en hacendera. Al frente sigue José María Carrascosa, incansable.
El número 3 de la revista Sarnago, cuatro contando el 0, sale a la luz con 48 páginas. La presentación es, como cada año desde su aparición, el acto que convoca a más personas. La comentaremos en la actualización de otoño. Junto a la presentación de la misma, a cargo de Miguel Ángel San Miguel, los sarnagueses han escuchado al juglar Nino Sánchez. Otro día fue Abel Vitón, con la escenificación de “Las Tierras de Alvargonzález”, de Antonio Machado. Pero también sus tradiciones de siempre les ha unido: las Móndidas y Mozo del ramo. El recuerdo a San Bartolomé. Misa y procesión. Y de fondo, en el local habilitado para exposiciones, una sala frente a las del Museo Etnográfico, una exposición de fotos de César Sanz, quien también se ha implicado en hacer de Sarnago un referente cultural soriano.
En fin, que ha sido un mes, este de agosto, en el que los sarnagueses han dado una vez más ejemplo de buen hacer. Pese a que, como diría José María Carrascosa, públicamente, en las juntas de la Asociación se discute y no todo son rosas. En la discusión está el germen de las ideas llevadas a cabo, así que bienvenidos sean “esos más y esos menos” si el fruto es el que vemos año tras año.
Sólo pudimos acudir a un acto, el último, que tuvo lugar el día 28, a las 18,30. Fue la presentación de la reedición del libro de Avelino Hernández “La Sierra del Alba”. Esta publicación que vio la luz en 1989, ha sido reeditada una y otra vez, siendo, la que se presentó en día 28, la sexta. No nos extraña. “La Sierra del Alba” se ha convertido en estos veinte años en libro de cabecera de muchos sorianos y de otros que, como el pamplonés que se compró una moto para recorrer los lugares de la narración, han hecho del libro un objeto de culto.
“La Sierra del Alba”, de Avelino Hernández, en su sexta edición, a cargo de la Asociación Amigos de Avelino, se dio a conocer con la presencia de su viuda, Teresa Ordinas, llegada desde Mallorca para tal evento. En la mesa, además de ella y de José María Carrascosa, estaban César Sanz y César Millán, ambos miembros de la Asociación, además de fotógrafo y librero respectivamente.
Fue el acto que culminó una serie de ellos que con motivo del 30 aniversario de la Asociación de Amigos de Sarnago, han tenido lugar a lo largo del mes de agosto de 2010.

SARNAGO, soria-goig.com

Valdenebro poética






Hará unos veinte años que visitamos Valdenebro por vez primera. El objetivo era el paraje natural donde numerosos manantiales dejan el agua en el río Sequillo, cerca de Boós. “Las Fuentonas”, “La Peñota”, el cañón del río y los enebros, dejaron recuerdo indeleble en nosotras. También recordamos el pinar de repoblación, la fuente y el paraje donde el obispo de entonces acudía a pasear, y las historias de pueblos perdidos –al parecer una quinta romana-, y un paraje, la “Pradera de las tazas”, cuyo topónimo, según nos contaron, se debe a la venta que hicieron de la tierra para adquirir unas tazas de plata en las que beber el vino en comunidad, costumbre ésta enraizada en la provincia de Soria, durante determinadas fiestas o hacenderas.
Volvimos y tuvimos ocasión de hablar con la señora Escolástica, ya fallecida. Ella nos contó de un guiso muy antiguo, en cuya forma de elaboración nosotras quisimos ver reminiscencias judías, se trata de “la olla de San Miguel”. Mucho antes de que la señora Escolástica nos dejara, se perdió esta olla, como también desaparecieron el pago de la cántara, el canto de las albadas, el pisar la uva en sus propios lagares y mojarse con el vino mientras las mujeres escamochaban las alubias, y tantas tradiciones que se esfumaron a la vez que la población marchaba en busca de otras formas de vida.
En esta tercera ocasión acudimos a la llamada del señor Cercadillo, quien organiza desde hace nueve años una velada poética, sin dejarse ver demasiado, un a modo de capitán Araña bueno, que se implica y luego desaparece dejando a los demás el protagonismo.
La 9ª Noche de Poetas, el 13 de agosto, tuvo lugar en el interior de la Iglesia de San Miguel. La vimos sobre un montículo, iluminada, protegiendo al pueblo quieto y limpio, perfumado de noche y resina. Es románica, tal vez construida cuando Valdenebro pasó a formar parte de la Comunidad de Villa y Tierra de Osma. Se lee en la Enciclopedia del Románico que su estilo tiene influencias burgalesas. Se accede al interior por una portada de caliza blanca, y aunque era de noche, se aprecia el artesonado de madera, que la misma publicación data en el siglo XVI.
Este año de 2010 el poeta protagonista fue Pablo Neruda, se homenajeó a Miguel Hernández, por el centenario de su nacimiento, y se recordó a los recientemente fallecidos Miguel Delibes y José Saramago.
El acto, presentado por Sergio Calleja Muñoz, contó con una puesta en escena, dentro del marco de la hermosa iglesia, acorde con los dos poetas. En el presbiterio, delante del altar mayor, un fondo azul de mar para Neruda, y ante él, unas rejas para Hernández, rotas al pasar de un poeta a otro, por un Sergio irritado por la injusticia que supuso la muerte del poeta en las cárceles franquistas.
Poemas de los dos autores fueron leídos por personas del pueblo, dando al acto la sencillez, la calidez y el tono humano propios de todo evento que venga del pueblo y sea para el pueblo.
La iglesia, llena a rebosar, acogió un acto muy bien organizado, muy bien dirigido y mejor presentado. El atrio reunió a todas las personas allí presentes, para beber moscatel y comer pastas, condumio acorde, en su dulzor y espiritualidad, con los poemas escuchados.
Son actividades nuevas que, de consolidarse, como Valpoesía, en Valdanzo, acabarán convirtiéndose en tradiciones o costumbres, que vendrán a sustituir en unos casos, y a complementar en otros, las ya existentes en las tierras de Soria. Las noches sorianas son buen cobijo para estas iniciativas.

lunes, 30 de agosto de 2010

Don Santiago Cabrerizo Abad



Un caluroso domingo de agosto, el día 22, dejaba de existir don Santiago Cabrerizo Abad, músico clarinetista.
De él escribió Norberto Francisco Moreno Martín, en “El sonido de la vida. Banda municipal de Música de Soria”. Su amigo, el maestro Manuel Castelló, de Agost (Alicante), le compuso un pasodoble con el título “Santiago Cabrerizo”. Y en la hora de las honras fúnebres, la prensa le ha dedicado palabras de elogio como profesional.
Don Santiago había nacido en El Burgo de Osma, en 1924, aunque muy joven se fue a vivir a Almazán, villa desde la que se trasladó a Soria. Toda su vida estuvo ligada a la Banda municipal de Música de Soria, donde entró de becario con diez años, y en la que permaneció hasta su jubilación, en mayo de 1984. Previamente, tal y como recoge Diario de Soria, se licenció en el Ejército como músico en Zaragoza, en 1947, momento en el que lleva a cabo las pruebas para solista en la Banda de Música de Soria.
El último año de su estancia en la institución fue su director, realizando un total de 26 conciertos bajo su batuta. Y bajo la de José Manuel Aceña se detendría en alguna ocasión bajo su ventana, algo más alta que la mía, para felicitar a don Santiago, o para saludarle.
Yo tuve la suerte de conocer a la persona, no al personaje. Durante veinticinco años, hasta el día de su muerte, he sido, y sigo siendo, su inquilina y vecina a la vez. La convivencia en un bloque de seis vecinos suele ser estrecha, pese a la discreción de Santiago y su familia. Por eso puedo decir que se ha ido un gran músico, un gran clarinetista, el director de la Banda de Música, el administrador de algunas asociaciones, como la de Caza y Pesca, pero también, y más importante para mí, una grandísima persona, un caballero, un hombre culto, melómano, apasionado de la lectura, impenitente viajero hasta hace unos años, junto a Josefina de León, su ya viuda, mujer que, como él, es poseedora de casi todas las virtudes, sin hacer alarde de ellas, porque le son innatas.
Nunca olvidaré su figura alta y fuerte, sentada delante de la ventana de su piso, o en el sofá con los cascos puestos escuchando música clásica. Él los dejaba sobre la mesa para pegar la hebra conmigo. O la vuelta suya a casa con la prensa bajo el brazo, cuando yo, tardía, salía por la misma puerta, y su invariable saludo “¿Qué pasa, Isabel?”, al vernos, y “Bueno, maja”, al despedirnos.

viernes, 30 de julio de 2010

Abnegados alcaldes




En un momento de nuestra historia reciente, en el que los políticos (y ser alcalde lo es) están tan mal valorados, es necesario fijarse en algunos de estos hombres o mujeres que, desinteresadamente, trabajan por sus pueblos con toda la devoción posible.
Estoy pasando el verano en Quintana Redonda, y de vez en cuando me desplazo a pueblos, mas bien pequeños, para dar charlas por encargo de la Fundación Científica de la Caja Rural. Veo el esfuerzo de estos alcaldes y algunos concejales a lo largo del año, y especialmente en verano. Luchan por conseguir actividades atractivas para que los que se marcharon vuelvan un año tras otro y para que los vecinos sigan viviendo en sus pueblos. Se esfuerzan para que los establecimientos, si los hay, puedan salir adelante y no cierren; para que su patrimonio sea vistoso y agradable; para que las fiestas atraigan al mayor número posible de visitantes.
Estos esfuerzos no son vistos como tales por muchos estantes y veraneantes, sino como un divertimento incluso para quien los organiza. Nada más lejos de la realidad. Cualquier evento, por pequeño que sea, lleva añadido un gran trabajo de días, e incluso meses, que se consume en unas pocas horas.
He escuchado a personas, demasiadas, que se permiten el lujo de despachar con tres palabras despectivas todo ese trabajo, confundiendo el derecho a opinar con la mala uva.
Hace unos días el Ayuntamiento de Quintana Redonda, con Juan Manuel Valero a la cabeza, organizó una carrera popular en la que participaron más de doscientas personas, un ejemplo de buen hacer y de perfecta organización. Días después hizo algo parecido el Ayuntamiento de Alconaba. Hace tres días estuve en Cihuela y pude comprobar el esfuerzo de Gerardo, el alcalde, y de la Asociación San Roque, por llevar la cultura a un pueblo alejado de cualquier centro mínimamente importante de la provincia. Compruebo cada otoño el trabajo de los vecinos de la comarca de San Pedro Manrique, quienes, generosos y alegres, dan a conocer lo mejor de sus costumbres y su vida de antaño.
Porque donde los ayuntamientos no llegan, lo hacen las asociaciones, de las que es ejemplo la de Amigos de Sarnago, con José María Carrascosa al frente.
Es de justicia agradecer a estas personas un esfuerzo que va acompañado con la merma de su propio patrimonio. Una generosidad curiosamente incomprendida por algunos, sin que ello merme el empuje de estas personas que siguen adelante haciendo lo que creen que deben, en favor de sus pueblos y de sus convecinos.

jueves, 29 de julio de 2010

De ruta con Gumer





Mientras discurre el verano en la casa alquilada en Quintana Redonda, rodeada de familia, surge algún día de asueto, aquellos en que la pequeña Yaiza está bajo la protección de la abuela Anita. El viernes, 16 de julio fue uno de ellos.
Enfrascada, cuando las circunstancias lo permiten, en el trabajo sobre la Trashumancia, puse rumbo por la mañana temprano a Alcuneza (Guadalajara), uno de los embarcaderos elegidos por los trashumantes sorianos en su discurrir hacia los pastos de extremo.
Nada mejor para otear esa zona, que acudir a mi buen amigo Gumersindo García Berlanga, Gumer, residente en Alpanseque, quien ha ejercido el secretariado durante años, en los ayuntamientos de la zona, y ha administrado las haciendas de nobles Figueroas y Romanones desde hace lustros, encargo heredado de su padre. El propio Gumer posee un hermoso huerto en Horna, junto al nacimiento del río Henares, al pie mismo de la Sierra Ministra.
Seguimos carreteras locales y comarcales, bien asfaltadas, por donde apenas hay circulación, de las que me gustan, viendo los árboles de ribera, el sembrado ya casi todo recolectado, y los bosquecillos de carrasca. Este año, gracias a las abundantes lluvias de la primavera, todo se muestra menos agostado que otros.
Pasamos por Sigüenza, la bien cantada, con el ánimo algo encogido por el recuerdo de otros días que finalizaban en el parador, entre doseles de camas medievales, con un maravilloso duendecillo convertido en cenizas hace veinticinco años.
Discurrimos por pueblos donde tal vez se produjeran roces entre los todopoderosos Medinaceli y el no menos obispado de Sigüenza. Alcuneza es un pueblecillo muy parecido a cualquiera de los del Sur de Soria, con apenas cincuenta personas viviendo en él. Me dice Gumer que se hacían tejas y otros productos de la arcilla, ahora ya no, como en Soria. Señorea el caserío una alta chimenea que debe pertenecer a esa antigua industria. En su término hubo salinas que, según Gumer, funcionaron hasta hace unos cincuenta años. Podría ser que estas salinas proveyeran a los trashumantes de sal antes de embarcar
Lo más interesante de Alcuneza, en la actualidad, es el antiguo molino recuperado para hotel. Funcionó hasta hace pocos años, pero ya se sabe que la modernidad arrasa con todo, y ahora la sala de molturación y todas las demás dependencias, han pasado a hacer las delicias de clientes que pasan sus vacaciones entre jardín, spa y buen condumio, a dos pasos de la monumental Sigüenza.
En Horna, donde el huerto de Gumer, han restaurado la torre del reloj de sol. Frente a ella, la iglesia se halla medio arruinada. La arcada que da entrada está en el suelo, pero se mantiene una preciosa puerta con herrajes muy antiguos.
Con prontitud se entra en la provincia de Soria, por Torralba del Moral, donde una residencia de ancianos es cuidada por miembros de la orden religiosa propiciada por la vidente Amparo Cuevas. Nos hemos parado unos kilómetros más adelante a tomar unas cervezas, en el sitio más bonito y fresco que he visto en toda Soria: el nacimiento del arroyo de La Mentirosa, en Ambrona, considerado uno de los orígenes del río Jalón.
Hace casi veinte años lo visité por primera vez. Era un lugar agreste y agradable. Podría pensarse que, como sucede con frecuencia, la adecuación del entorno lo hubiera estropeado, pero no ha sido así. El nacimiento del arroyo se une, a pocos metros, al que forma los dos grandes caños canalizados hasta la fuente, y siguen juntos por arroyuelos hasta discurrir por debajo de un puentecillo de madera y buscar otros, aguas abajo, que forman el Jalón. Algo alejado, bajo una arboleda, han instalado mesas y cocinas que en nada entorpecen el discurrir del agua, y a un lado, un chiringuito, de nombre Los Álamos, donde puede tomarse unas cervezas bien frescas a precio de teleclub. Un verdadero reducto de frescor, en medio del secarral desértico que es el Sur de Soria.
Quise entrar en Yelo a saludar a Pedro, visita obligada. Gumer me dio la mala noticia de que había fallecido unos meses atrás. Entramos para saludar a su viuda, una joven mujer que le alivió los últimos cinco años de su vida haciéndole perder, a los ochenta años, su recalcitrante soltería. Carmen se llama. De aquella tienda de Pedro no queda absolutamente nada, sólo el espacio donde Carmen ha hecho un bar-casa de comidas completamente nuevo. Es el signo de los tiempos. No hay congrio seco, ni gallinas picoteando en la parte de afuera, ni sacos de legumbres y pimentón, ni aquella barra de madera donde los clientes tomaban un vaso de recio vino.
Hasta la próxima

sábado, 17 de abril de 2010

La señora Teresa, de Aguilar de Montuenga

En mayo del pasado año de 2009, conocí por fin a la señora Teresa Santamaría. Mi amigo Santiago Álvarez, de Judes, me había hablado de ella, de su tienda, de sus pollos de corral y de sus huevos fritos con patatas, pero sobre todo de ella. Un día fuimos a su casa mi hija Leonor, Iván Aparicio y yo, y comimos en su mesa, con su hijo y su nuera.Ese día constaté, de nuevo, la situación en precario de los pequeños establecimientos rurales, unos lugares que habían mantenido, durante años, la voluntad de servicio permanente al vecino, como los médicos, atendiéndoles a cualquier hora del día y aún de la noche, en sus necesidades más elementales.Después llegaron las grandes superficies y los vehículos para desplazarse a ellas, y los habitantes que todavía resistían en el mundo rural, se desplazaban a ellas sin tener en cuenta ese servicio prestado durante décadas y sin percatarse de que el día que les faltara la sal, un pimiento, una botella de vino, o un paquete de tabaco, la tienda de siempre ya no estaría para suministrárselo a cualquier hora.Porque estas tiendas, además de coloniales o ultramarinos (preciosas palabras), vendían también tabaco, servían un chato de vino en el mostrador y, si era necesario para cualquier forastero, freía unos huevos con chorizo a fin de aliviar la necesidad.A las grandes superficies se añadió la presión fiscal y sanitaria, propia de una provincia con nueve habitantes por kilómetro cuadrado, abundante de funcionarios. Y una buena colección de casas rurales, cuya ruralidad a veces es necesario poner en cuarentena, que tal vez, y digo tal vez porque desconozco los datos, se llevan parte de las subvenciones destinadas al mundo rural.Estas reflexiones, y otras, se las hice al presidente de la Junta de Castilla y León, don Juan Vicente Herrera, en una carta remitida con fecha 12 de mayo de 2009. Le escribía también que las personas que nos visitan buscan lo auténtico, y estos pequeños comercios-bares-estancos, son los que, después de los trajineros, han compuesto el entramado comercial soriano. Por eso le sugería al presidente, que la mejor manera de apoyarles para que no desaparecieran, era dejarlos exentos de impuestos. Rápidamente me respondieron, primero acusando recibo desde la Dirección del Gabinete de Presidencia, y después desde la Dirección General de Comercio. Parece ser que el artículo 31 de nuestra Constitución impide la exención de impuestos. No obstante la Junta, dicen, “está promoviendo programas de comercio rural que incentiven el mantenimiento de los comercios ya existentes”. Si tardan un poco, ya no quedará ninguno.El caso es que la señora Teresa Santamaría ya no vive para verlo. Nada hacía presagiar, pese a estar en la ochentena, que nos dejaría para siempre. Pero una mañana, sería por Navidad, Santiago me telefoneó para decirme que estaba ingresada en Zaragoza, y unos días después murió.Con ella, como con todos nuestros ancianos, se pierde una parte de la Historia de Soria, y lo que es peor, puesto que todos nos iremos, es que no hay recambio. Se marcharon, a lo largo del siglo XX, los habitantes de los pueblos, a vivir otras vidas, y vuelven de tarde en tarde, cuando los hijos, integrados ya en otras sociedades, les traen. Se marcharon huyendo de la incuria, de los caciques, del abandono, buscando un mundo mejor para sus, en algunos casos, numerosa descendencia.Estoy segura de que la señora Teresa habrá legado a sus hijos los secretos del buen hacer, de la hospitalidad y de la honradez, y también de las migas, de los guisos, de la forma de freír los huevos y aliñar las patatas. Deseo que la casa de la señora Teresa siga abierta para todo el que llegue a ella, y la recuerden entre fogones, entre ollas de adobos y masa de rosquillos, pero, sobre todo, sientan su sonrisa y simpatía, como nosotros la sentimos en su día.