En el alto de la paramera de Barahona, pino como su nombre indica, está el pueblo de Pinilla del Olmo. Anciano y desdentado, de él solo destaca la mole del templo. No sabemos si es en esta iglesia, o en la ermita de la Soledad, desvalida al final de un viejo y polvoriento camino, donde se guarda la imagen de la virgen del Tremedal, curiosa advocación, en cuyo honor celebran fiestas anuales.
Incluso en agosto, la soledad de este pueblo soriano es abrumadora. Nos regalaron un DVD y en él puede apreciarse, tanto como al natural, lo impresionante de este pueblo, de su entorno desolado, de sus muchas casas en ruinas, de la piedra descarnada. Es el escenario ideal para cualquier director de la escuela de Rosellini, es Stromboli su entorno, lunar, volcánico. También las hermanas Brontë hubieran situado en Pinilla cualquiera de sus novelas, tremendas y románticas.
En este entorno gris Javier Narbaiza ha construido su particular Arcadia. Lo halló un buen día, hace ya años, cuando andaba buscando sus orígenes, la escuela donde el abuelo enseñaba, el lugar donde empezó una generación que luego traería otra, y otra. Quiso él recomponer el quiebro generacional y volver a la tierra que fuera ganadera y ahora lucha por dar algunos frutos.
La casa y “el casillo”. En la primera vive parte del año con su esposa Belén, y su hija, Jimena. En el segundo reúnen a los amigos. Y allí fuimos un caluroso día de agosto, con el señuelo de tratar asuntos de los Artesanos en la Red, quienes previamente nos habíamos reunido en la casa de autoridades de Valonsadero. Y digo señuelo, porque ni un día ni el otro tratamos asuntos relativos a los webs, ya somos todos amigos y nos reunimos por el placer de hacerlo, comer unas migas, recorrer el entorno de la reunión, y coger ideas que después se plasman en los buscadores para dar a conocer al que lo desee las peculiaridades del lugar visitado.
Esta vez fue Pinilla del Olmo y la última parada fue en el edificio de la antigua escuela, ahora convertido en lugar de reunión, un a modo de centro social. Es, junto con la humilde ermita, lo más destacable de Pinilla, abstracción hecha del templo. Unos escalones de piedra dan acceso a lo que fuera la escuela, y en la parte de abajo, una habitación pequeña y fresca, se dedica a las reuniones, a recordar viejos tiempos, a añorar lo que se perdió tratando de recuperar parte de ello, a dar y tomar ideas que, en muchos de los casos, quedarán reducidas, como el sueño de una noche de verano.
Ermita de la Soledad de Pinilla del Olmo |
En este entorno gris Javier Narbaiza ha construido su particular Arcadia. Lo halló un buen día, hace ya años, cuando andaba buscando sus orígenes, la escuela donde el abuelo enseñaba, el lugar donde empezó una generación que luego traería otra, y otra. Quiso él recomponer el quiebro generacional y volver a la tierra que fuera ganadera y ahora lucha por dar algunos frutos.
La casa y “el casillo”. En la primera vive parte del año con su esposa Belén, y su hija, Jimena. En el segundo reúnen a los amigos. Y allí fuimos un caluroso día de agosto, con el señuelo de tratar asuntos de los Artesanos en la Red, quienes previamente nos habíamos reunido en la casa de autoridades de Valonsadero. Y digo señuelo, porque ni un día ni el otro tratamos asuntos relativos a los webs, ya somos todos amigos y nos reunimos por el placer de hacerlo, comer unas migas, recorrer el entorno de la reunión, y coger ideas que después se plasman en los buscadores para dar a conocer al que lo desee las peculiaridades del lugar visitado.
Antiguas Escuelas de Pinilla del Olmo |
1 comentario:
http://www.pinilladelolmo.com
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